Viajando al pasado vemos a la politización del Chapare dando un gran salto a partir de la aprobación de la Ley 1008. En esa ley se definieron zonas legales e ilegales para el cultivo de coca, y el Chapare, la zona productora más reciente e importante de Bolivia, fue declarada ilegal.
Entonces comenzó una resistencia tenaz de los productores de hoja de coca contra la ley (el Chapare fue una importante zona receptora de migrantes aimaras y quechuas en busca de tierras fértiles y de mineros “relocalizados” con mucha experiencia en organización política).
Los sindicatos cocaleros recrearon la ideología del katarismo indigenista.
De modo que el discurso político del movimiento cocalero empezó a mostrar a la hoja de coca como un elemento sagrado y religioso de su
cultura. Esto no quiere decir que tal discurso era una mera acción estratégica deliberadamente montada. Parece más factible aceptar que dicho discurso es la expresión de un sentir no manifestado abiertamente por los
actores anteriormente, o que comenzaron a creerlo a partir de sus luchas. Así, consignas como “coca no es cocaína”, “la coca es nuestra hoja sagrada” estuvieron presentes en todas las movilizaciones.
El viraje de un discurso político centrado en las clases sociales, el sindicato, o la Nación y la antinación, hacia otro de contenido étnico, fue más que manifiesto durante ese periodo.
Difícilmente encontraremos un documento impreso por los productores de coca del Chapare, tan sólo diez años antes, donde la coca figure con el sentido étnico ya expuesto.
Todo lo contrario, se vivía en la zona un boom del narcotráfico, tanto porque durante la dictadura de Bánzer este negocio había sido solapado e incluso impulsado, como porque la propia dictadura de García Meza, además de ser brutal y anticomunista, era una dictadura de narcos.
Los colonizadores del trópico encontraron en la producción de coca una fuente de ingresos más estable, y sobre todo, resultado de un trabajo menos hostil en relación a la habitual rudeza del trabajo agrícola en la zona.
De regreso al futuro y luego de los casos del “narco yatiri” y el “narco general” parece ser más que obvio la adoración de la coca ha mutado en venta de cocaína y que tal actividad es una gran estrategia de desarrollo económico para muchos.
¡Si no fuera por el imperialismo que persigue la cocaína podríamos enriquecer!
Entonces comenzó una resistencia tenaz de los productores de hoja de coca contra la ley (el Chapare fue una importante zona receptora de migrantes aimaras y quechuas en busca de tierras fértiles y de mineros “relocalizados” con mucha experiencia en organización política).
Los sindicatos cocaleros recrearon la ideología del katarismo indigenista.
De modo que el discurso político del movimiento cocalero empezó a mostrar a la hoja de coca como un elemento sagrado y religioso de su
cultura. Esto no quiere decir que tal discurso era una mera acción estratégica deliberadamente montada. Parece más factible aceptar que dicho discurso es la expresión de un sentir no manifestado abiertamente por los
actores anteriormente, o que comenzaron a creerlo a partir de sus luchas. Así, consignas como “coca no es cocaína”, “la coca es nuestra hoja sagrada” estuvieron presentes en todas las movilizaciones.
El viraje de un discurso político centrado en las clases sociales, el sindicato, o la Nación y la antinación, hacia otro de contenido étnico, fue más que manifiesto durante ese periodo.
Difícilmente encontraremos un documento impreso por los productores de coca del Chapare, tan sólo diez años antes, donde la coca figure con el sentido étnico ya expuesto.
Todo lo contrario, se vivía en la zona un boom del narcotráfico, tanto porque durante la dictadura de Bánzer este negocio había sido solapado e incluso impulsado, como porque la propia dictadura de García Meza, además de ser brutal y anticomunista, era una dictadura de narcos.
Los colonizadores del trópico encontraron en la producción de coca una fuente de ingresos más estable, y sobre todo, resultado de un trabajo menos hostil en relación a la habitual rudeza del trabajo agrícola en la zona.
De regreso al futuro y luego de los casos del “narco yatiri” y el “narco general” parece ser más que obvio la adoración de la coca ha mutado en venta de cocaína y que tal actividad es una gran estrategia de desarrollo económico para muchos.
¡Si no fuera por el imperialismo que persigue la cocaína podríamos enriquecer!
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