La noticia de la detención en Panamá por la DEA y extraditado a Miami del director del Centro de Inteligencia y Generación de Información, general de policía René Sanabria, del
gobierno boliviano de Evo Morales, ha dado la vuelta al mundo por la gravedad del delito de narcotráfico que ha sido acusado por el juez correspondiente norteamericano, pues dicho general ejerció el cargo de Jefe de Antidrogas (2007-2008) del Gobierno nacional por lo que se colige que el control y represión del narcotráfico estaba en manos de la propia actividad delictiva enquistada en las más altas esferas desde donde garantizaba la fabricación, transporte nacional e internacional y comercialización de la droga en concomitancia con las mafias internacionales.
También esta noticia de la detención del general René Sanabria acusado en USA de narcotráfico nos induce a pensar que la actividad ligada a la droga cocaína ha rebasado en Bolivia todos los límites imaginables, por lo cual si el Gobierno quiere lavar su cara ante la opinión nacional y sobre todo ante la opinión mundial, debe inmediatamente reestructurar desde sus bases mismas hasta su cúpula, incluido el Ministerio de Gobierno, todas las organizaciones ligadas a la represión del narcotráfico, con personal idóneo y de irreprochable conducta moral, absolutamente desligado del interés político que es el verdadero contaminante administrativo. Lo acontecido en Panamá debe necesariamente inducir al Gobierno nacional a elucubrar un plan de emergencia inmediata donde se reduzca drásticamente los sembradíos de la materia prima de la cocaína, cual es en definitiva, el arbusto llamado comúnmente coca, que sin lugar a dudas se ha incrementado únicamente para satisfacer la demanda de las innumerables fábricas y laboratorios de fabricación de cocaína situadas ahora en todo el territorio nacional; por otra parte, el Gobierno debe planificar y ejecutar con urgencia la sustitución de los cocales con plantíos apropiados al clima y de rápida productividad y comercialización. Por otra parte, es absolutamente necesario, si el Gobierno quiere realmente combatir el narcotráfico, que se instituya un efectivo sistema para descubrir y sancionar el lavado de dinero, pues sobre este aspecto que es producto del narcotráfico, no hay un efectivo control ya que existen actividades “comerciales e industriales” exclusivamente dirigidas al “lavado” y que funcionan sin control de ninguna naturaleza.
En Bolivia hoy existe la sobre oferta de droga, pues la producción nacional de la droga ha rebasado las necesidades del narcotráfico en escala significativa, de este modo, desde hace varios años, existe un mercado interior boliviano de oferta y demanda al menudeo el cual ha creado un gran número de consumidores adictos a la droga y como consecuencia de ello, la delincuencia juvenil se ha multiplicado en todos los círculos de la sociedad incluso en la de menores recursos y más aún en el ambiente delictivo, por ello la sociedad boliviana, ahora, está cosechando los mismos problemas terribles que genera la adicción a la cocaína tal como sucede en países de consumo casi tradicional como los EEUU y países europeos, cabe por ello recalcar que el combatir eficazmente al narcotráfico es un deber insoslayable del Gobierno.
Por lo escuetamente dicho, hoy por hoy, se puede afirmar que en Bolivia el narcotráfico está en auge siendo deber urgente que el Estado Plurinacional se comprometa con el destino de la Nación y sobre todo con su pueblo y empiece una verdadera y real lucha antinarco traficante, reorganizando eficazmente sus instituciones que para tal efecto las ha creado.
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