Según la revista brasileña Veja, en cuatro años, la producción de pasta base y de cocaína aumentó 41 por ciento en Bolivia. La mayor parte es enviada de contrabando a Brasil, donde genera vicio, criminalidad y corrupción. Mucha de la droga que entra en Brasil, proveniente de los países vecinos, está destinada a otros consumidores, pero la que se queda es principalmente boliviana, de peor calidad. De las 40 toneladas de cocaína consumidas anualmente en ese país, más del 80 por ciento proviene de Bolivia.
Esa cantidad equivale a unas 32 toneladas del estupefaciente, que los drogodependientes y consumidores brasileños reciben cada año de Bolivia.
En su nuevo número, la revista Veja, de Brasil, analiza el tráfico del alcaloide en la nación vecina en un artículo titulado Coca para él, cocaína para nosotros, en referencia a Evo Morales.
“En su discurso, (Morales) dijo que está a favor de la coca y contra la cocaína. En la práctica, más del 95 por ciento de las hojas cultivadas en el Chapare se convierten en cocaína. Para cubrir el uso tradicional bastarían unas 7.000 hectáreas, pero Morales anunció que el límite legal debería ser de 20.000 hectáreas”.
Veja anota que la “medida más dramática” del Gobierno para promocionar la coca fue la expulsión de la DEA en noviembre del año pasado.
El coordinador del área de represión a los estupefacientes de la Policía Federal Brasileña, Luiz Castro Dórea, declaró que “como la producción de coca aumentó y la interdicción disminuyó, era claro que mayor cantidad de droga entraría en Brasil”.
El artículo dice que desde que Morales asumió la Presidencia, las incautaciones de cocaína enMato Grosso del Sur prácticamente se duplicaron. En Mato Grosso, se cuadruplicó y paracompensar la expulsión de la DEA, la Policía Federal logró acuerdos con el Gobierno boliviano para entrenar efectivos e intercambiar información.
Dorea apuntó que “podemos ayudarlos, pero es imposible sustituir el trabajo que era hecho por la DEA”.
Este organismo nivelaba los sueldos de los policías, además de que pagaba las cuentas de teléfonos y el combustible para el funcionamiento de los vehículos de la fuerza antidrogas.
También corría con los gastos de entrenamiento y compraba los uniformes de los efectivos policiales.
Veja asegura que “con la FELCN fuera de acción”, los resultados fueron previsibles”, y lamenta la expulsión de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) del Chapare, que era un “brazo social” de la lucha contra la elaboración de cocaína en esa región cochabambina.
Usaid financiaba la plantación de piña, cacao, café, melón y plátanos, con fines de exportación.
“La idea era dar a los paupérrimos campesinos de la región una vía de salida al cultivo de la coca. En cualquier país es difícil incentivar ese tipo de sustitución, pero en Bolivia fue imposible; el año pasado, los cocaleros expulsaron a Usaid. En un año, las exportaciones de frutas de la región cayeron 41 por ciento”, aunque el artículo no proporciona datos que respalden esa afirmación.
La publicación recuerda que Bolivia tuvo “gobiernos enteros dominados por el narcotráfico”, aunque “debido a condiciones rudimentarias, la producción ilegal llegaba en general hasta la fase de pasta base de cocaína, que necesita ser refinada en diversas etapas, con productos químicos, para la obtención de la cocaína cristalizada”.
Sin embargo, desde 2007 la sustancia se procesa en “fábricas clandestinas que operan con tecnología llevada por los mayores especialistas en el rubro: los traficantes colombianos. Sus rivales en brutalidad y conocimiento del ramo, los mexicanos, también están explorando el territorio”.
En la nueva Constitución, redactada por la mayoría del Movimiento Al Socialismo (MAS), la planta ganó el estatus de “recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia y factor de cohesión social”.
Veja prosigue que esa declaración no es un problema en sí, “excepto por el hecho de que las hojas destinadas a ser materia prima de crack y cocaína sobrepasan ampliamente a las que se les da uso legal”.
En México y Colombia, el tráfico en alta escala provocó niveles de criminalidad y de destrucción institucional que amenazaron la propia existencia de la sociedad.
La nota finaliza: “La coca, regalo de los dioses de la antigüedad, se transformó en una plaga contemporánea. Combatir sus efectos es todavía más difícil cuando existe una ideología oficial a favor de ella. Todo brasileño debería acordarse de ello al cruzarse con un ser humano corroído” por la droga.
La FELCN no conoce el informe
El director nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCN), coronel Óscar Nina Fernández, sostuvo ayer que “no tengo ninguna información y desconozco la base de los datos en los que se apoyan ese delegado policial o esos periodistas en Brasil” para asegurar que anualmente unas 32 toneladas de cocaína salen de Bolivia al país vecino, donde generan violencia, vicio y corrupción.
Nina reiteró que los efectivos bajo su mando mantienen permanente contacto con oficiales antinarcóticos de la Policía Federal de Brasil para encarar la lucha contra ese delito y recordó que este año se han logrado cifras históricas en incautación de este alcaloide y destrucción de fábricas de pasta base y laboratorios de cristalización de la droga. “No quiero especular más sobre este tema”.
Según el informe oficial del Viceministerio de Defensa Social, entre el 1 de enero y el 26 de noviembre de este año, la FELCN se incautó de 25,2 toneladas de cocaína, de las cuales 20,5 fueron de sulfato base y 4,7, de cocaína cristalizada.
Durante todo el año pasado, la fuerza antidrogas decomisó 28,9 toneladas del alcaloide, de los que el 21,6 fueron de pasta base y 7,3, de cristal.
En ese periodo, 4.601 fábricas del alcaloide fueron destruidas, al igual que 6.301 pozas de maceración, 16 laboratorios de cristalización y ocho factorías de reciclaje para aprovechar los residuos de la droga.
La fuerza antidrogas puso a 3.108 aprehendidos, bajo los alcances de la Ley 1008, a disposición de autoridades judiciales.
La pasta base se refina con tecnología colombiana en Bolivia.
Datos de Veja
Alrededor de 120.000 pequeños productores se dedican a cultivar la hoja de coca en Bolivia.
Según la revista brasileña, el 29 por ciento de las cosechas de hoja de coca se destinan al mercado legal.
El 71 por ciento restante se emplea en la elaboración de sulfato y clorhidrato de cocaína.
El 95 por ciento de la hoja producida en el Chapare se convierte en materia prima para fabricar el alcaloide.
En cuatro años los cocales se incrementaron de 25.400 a 30.500 hectáreas, según los datos oficiales.
En ese periodo, el potencial productivo máximo de cocaína del país se elevó de 80 a 113 toneladas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
agradezco por toda crítica sana sin insultos ni vulgaridades, mejor si contiene ideas y sugerencias