Este nombre merece un comentario aparte porque seguramente lo escucharemos con mucha frecuencia en los próximos meses en el país. Gerardo Reyes tiene 53 años y ha dedicado más de la mitad de su vida al periodismo investigativo. Formó parte del primer equipo que escudriñó las andanzas del narcotráfico en Colombia y por eso tuvo que huir a Estados Unidos, porque los capos de los cárteles de Medellín y Bogotá le habían puesto precio a su cabeza.
Llegó a Miami a principios de los años '90 y fue reclutado por el diario El Nuevo Herald. En poco tiempo ganó fama por su sagacidad para denunciar casos de corrupción, tráfico de armas y drogas y asuntos relacionados con la mafia y pasó al staff del Miami Herald, el buque insignia del prestigioso grupo Knight Ridder. Reyes es cofundador de la famosa agrupación Periodistas y Editores Investigativos (IRE), cuyo nacimiento se originó en el asesinato de un reportero que investigaba un caso de corrupción en el estado de Arizona y que motivó la unión de decenas de sus colegas que terminaron el trabajo y condujeron a los responsables a la cárcel.
En 1999, Gerardo Reyes ganó, junto con un grupo de periodistas del Miami Herald, el mayor premio que se otorga al periodismo en Estados Unidos. Le dieron el Pulitzer por descubrir las irregularidades cometidas en las elecciones para la alcaldía de Miami en 1998, como la compra de votos y la falsificación de sufragios de personas fallecidas y criminales que se encontraban detenidos. En el 2007 también se adjudicó el premio “Planeta” por una investigación que le tomó seis años y que se convirtió en el relato novelado “Nuestro hombre en la DEA”, que trata de la liberación fraudulenta de cientos de narcotraficantes.
Reyes es considerado una de los “sabuesos” más temidos del periodismo latinoamericano. Siempre apunta a los casos más graves y gracias a su ubicación tan estratégica en Miami, refugio habitual de fortunas mal habidas, ha podido revelar los entretelones de casos verdaderamente novelescos muy abundantes en nuestras repúblicas bananeras.
Recientemente Reyes puso su mirada en el caso del “narco-general” René Sanabria, ex jefe antidrogas de Bolivia que ha confesado delitos de narcotráfico en Estados Unidos y que está próximo a escuchar su condena precisamente en un juzgado de Miami. Los descubrimientos del periodista son espeluznantes y hablan de toda una organización criminal que se ha enquistado en el Estado Plurinacional de Bolivia y que tiene a la Policía Nacional como su principal articulador para operar con tranquilidad en aeropuertos y en otros enclaves el territorio. Según esas denuncias, en Bolivia están operando por lo menos seis cárteles de la droga de México y Colombia y que entre otros “ilustres” inversionistas en la floreciente industria de la droga boliviana, se encuentra nada menos que Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias el “Chapo” Guzmán, jefe del peligroso “cártel de Sinaloa”, considerada la mayor organización multinacional de la cocaína en el mundo, que se ha apoderado de gran parte del norte mexicano, donde impone su autoridad a punta de fuego y sangre.
Voceros del Gobierno de Evo Morales aseguran que todo lo que dice Gerardo Reyes es parte de una gigantesca “fábrica de mentiras”. Muchos en Bolivia realmente desean que todo lo que ocurre no se sea más que una cruda pesadilla. Por desgracia es improbable que este prestigioso periodista colombiano se esté equivocando y menos aún inventándose los datos.
Llegó a Miami a principios de los años '90 y fue reclutado por el diario El Nuevo Herald. En poco tiempo ganó fama por su sagacidad para denunciar casos de corrupción, tráfico de armas y drogas y asuntos relacionados con la mafia y pasó al staff del Miami Herald, el buque insignia del prestigioso grupo Knight Ridder. Reyes es cofundador de la famosa agrupación Periodistas y Editores Investigativos (IRE), cuyo nacimiento se originó en el asesinato de un reportero que investigaba un caso de corrupción en el estado de Arizona y que motivó la unión de decenas de sus colegas que terminaron el trabajo y condujeron a los responsables a la cárcel.
En 1999, Gerardo Reyes ganó, junto con un grupo de periodistas del Miami Herald, el mayor premio que se otorga al periodismo en Estados Unidos. Le dieron el Pulitzer por descubrir las irregularidades cometidas en las elecciones para la alcaldía de Miami en 1998, como la compra de votos y la falsificación de sufragios de personas fallecidas y criminales que se encontraban detenidos. En el 2007 también se adjudicó el premio “Planeta” por una investigación que le tomó seis años y que se convirtió en el relato novelado “Nuestro hombre en la DEA”, que trata de la liberación fraudulenta de cientos de narcotraficantes.
Reyes es considerado una de los “sabuesos” más temidos del periodismo latinoamericano. Siempre apunta a los casos más graves y gracias a su ubicación tan estratégica en Miami, refugio habitual de fortunas mal habidas, ha podido revelar los entretelones de casos verdaderamente novelescos muy abundantes en nuestras repúblicas bananeras.
Recientemente Reyes puso su mirada en el caso del “narco-general” René Sanabria, ex jefe antidrogas de Bolivia que ha confesado delitos de narcotráfico en Estados Unidos y que está próximo a escuchar su condena precisamente en un juzgado de Miami. Los descubrimientos del periodista son espeluznantes y hablan de toda una organización criminal que se ha enquistado en el Estado Plurinacional de Bolivia y que tiene a la Policía Nacional como su principal articulador para operar con tranquilidad en aeropuertos y en otros enclaves el territorio. Según esas denuncias, en Bolivia están operando por lo menos seis cárteles de la droga de México y Colombia y que entre otros “ilustres” inversionistas en la floreciente industria de la droga boliviana, se encuentra nada menos que Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias el “Chapo” Guzmán, jefe del peligroso “cártel de Sinaloa”, considerada la mayor organización multinacional de la cocaína en el mundo, que se ha apoderado de gran parte del norte mexicano, donde impone su autoridad a punta de fuego y sangre.
Voceros del Gobierno de Evo Morales aseguran que todo lo que dice Gerardo Reyes es parte de una gigantesca “fábrica de mentiras”. Muchos en Bolivia realmente desean que todo lo que ocurre no se sea más que una cruda pesadilla. Por desgracia es improbable que este prestigioso periodista colombiano se esté equivocando y menos aún inventándose los datos.
Los descubrimientos de Reyes son espeluznantes y hablan de toda una organización criminal que se ha enquistado en el Estado Plurinacional de Bolivia y que tiene a la Policía como su principal articulador.
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