La captura de Sanabria en medio de un millonario negocio de embarques de cocaína hacia los Estados Unidos, se constituye en un claro síntoma de la influencia del narcotráfico.
Este suceso -según la nota- le confirió al Gobierno norteamericano una importante carta para doblegar intransigencias en el régimen de Evo Morales.
El segundo elemento a tener en cuenta es la postura asumida por Brasil, que apuesta a la tolerancia cero hacia el tráfico de cocaína boliviana que inunda las favelas. En efecto, se estima que más del 80 por ciento de la droga producida en Bolivia tiene ese destino.
De manera que el gobierno de Dilma Rousseff se ha empleado a fondo en presionar a La Paz para impulsar una verdadera lucha contra el narcotráfico, esto es, retomando las tareas de erradicación de cocales ilegales.
Para el Portal de Noti Shot, ahí está el meollo del asunto: la permanente expansión de la frontera cocalera durante el gobierno de Evo Morales, era en la cual los cultivos han crecido como mínimo un 22 por ciento , según cifras de Naciones Unidas.
A la erradicación apunta, precisamente, el convenio tripartito firmado poco tiempo atrás, por el cual Brasil realizará trabajos de monitoreo. Lo que equivale a decir que habrá un reingreso implícito de la DEA, dada la estrecha coordinación de ese organismo con la agencia antidroga brasileña.
La problemática del narcotráfico sería también el verdadero trasfondo de los acuerdos en marcha entre Bolivia y Estados Unidos, según sostiene la referida nota.
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