El vicepresidente García Linera ha dado a conocer en México el argumento más importante que está detrás de la lucha por el Tipnis y que explica por qué, intelectuales como él, están a favor de la destrucción de una reserva natural tan importante. El fin justifica los medios y los objetivos que expone el vice, tienen que ver con la oxigenación del modelo andinocentrista, amenazado de muerte por la hegemonía económica del oriente boliviano. Destruir el Tipnis, llenarlo de cocaleros, de petroleros y de brasileños, es para García Linera, una estrategia geopolítica destinada a limitarle la base económica a los sectores del oriente boliviano, a los que califica de separatistas. Es obvio que el proyecto de país centrado en los andes fracasó hace mucho e insistir en ello es nada más que alimentar los apetitos de una élite que gobierna este territorio desde la Colonia. El oriente es la garantía de sostenibilidad para Bolivia y a menos que se pruebe que la coca puede alimentar al 75 por ciento de la población como lo hacen los campos del oriente boliviano, los impulsores de esta estrategia deben admitir que no se vislumbra otra fuente de riqueza más que el narcotráfico para sustituir el aporte de Santa Cruz a la economía y la supervivencia nacional.
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