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lunes, 22 de agosto de 2011

Susana Seleme Antelo hace una disgresión desde lo político sociológico para explicar la afirmación del Vice García "tenemos un millón de nuevos medioclasistas" como un autoelogio de haber elevado la clase social


¿Desde qué óptica teórica la habrán catalogado los asesores del presidente Evo Morales, para hacerle decir que hay un millón de nuevos ‘clase medieros’ en Bolivia, gracias a la bonanza económica de su gobierno? Cualquiera que sea la óptica, merece una explicación.
Desde el marxismo –si tan comunistas-socialistas se declaran- desde luego que no, pues los hubieran calificado como ‘pequeña burguesía’: ni tanto ni tan poco. En el caso de los cocaleros, se trata de campesinos pequeños ymedianos propietarios de la tierra que cultivan: es su medio de producción. Son sus propios patrones, son la “pequebu” como la calificábamos en los años ’60, constituida por pequeños comerciantes, artesanos, funcionarios de todo nivel, empleados diversos, profesionales independientes, pequeños y medianos campesinos. Todos quieren llegar a la vida que ostentan los burgueses.
Como toda pequeña burguesía campesina, los cocaleros y colonizadores siempre reivindicarán la posesión sobre la tierra, y ese rasgo los distingue del proletariado, cuya única propiedad es su fuerza de trabajo. El sindicato de cocaleros -dueños de su ‘cato’- presenta un fenómeno muy peculiar: son un “cuasi-cartel” porque reúne “a pequeños productores privados, asociados en una actividad lindante en lo delincuencial”, según el escritor Juan Claudio Lechín. De hecho, ellos son los que cultivan el arbusto de la hoja de coca, que no produce cocaína, pero cuya hoja sí es la materia prima que se transforma en ‘mercancía cocaína’ y da lugar a la economía política de la cocaína.
Si el sindicato por definición es el freno al abuso patronal, y siendo los pequeños propietarios cocaleros sus propios patrones ¿de qué abusos los defiende el sindicato? De la represión e interdicción a la hoja de coca que legal o excedentaria ilegal va al narcotráfico. ¿Cómo patrones, abusan ellos a alguien? Muchos de ellos abusan de los indígenas originarios de los Parques Nacionales, como los del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure, (TIPNIS) víctimas de colonizadores-cocaleros que arrasan tierras y bosques, expanden la frontera agrícola de la coca excedentaria y ganan ‘buen dinero’, según sus propias declaraciones registradas en el periódico Página Siete de La Paz. ¡Abusivos estos nuevos clasemedieros, teñidos de no poca ilegalidad! Ilegalidad aceptada sin chistar, con el argumento de que es su medio de vida y no tienen otro. Es cierto que en el proceso de la economía política de la cocaína, como se ha dicho antes, el eslabón más débil es ese campesino ‘clase media’ que poco se beneficia de la millonaria acumulación ilegal del narcotráfico a escala global y de las mafias que lo alimentan. Suele ser el destino de muchos ‘clasemedieros’.
¿Habrán recurrido los asesores de Morales al sociólogo alemán Max Weber, para definir a la clase media? Weber la cataloga como aquella que no dispone de suficiente capital para dedicarse simplemente a recibir el interés de lo que produce, sino que debe implicarse como comerciante o industrial en pequeña escala.
La clase media al que aludió el Presidente, no es desde luego, la ‘burguesía chola’, categoría económico-cultural, con la que el economista Carlos Toranzos califica a los poderosos comerciantes de las calles Uyustus, Buenos Aires, Miamicito de La Paz, y a los responsables de la febril actividad productiva, comercial y de servicios de El Alto, que se ve también en Santa Cruz. Son verdaderos representantes de un vigoroso capitalismo comercial, poco industrial, o capitalismo popular como le llama otro sociólogo, Henry Oporto, en muchos casos también contrabandistas, y, desde luego, la mayoría no pagan impuestos. Muchos se mueven con soltura en la ilegalidad que siempre acarrea corrupción.
Los asesores tampoco recurrieron al poeta Pedro Shimose que habla de un “‘oligarquía chola’ organizada en ‘sindicatos’ de transportistas, contrabandistas, cocaleros y regantes, cuyos centros de poder están instalados en El Alto (La Paz) y en Chapare (Cochabamba). Desde la economía informal, esta oligarquía chola dinamita el sistema capitalista, aprovechándose de él, y constituye, de hecho, un Estado dentro del Estado.” (El Deber, 08/04/2011)
Cualquiera que haya sido el impulso teórico de los asesores para que Morales se auto alabe, queda claro que la nueva clase media del “Bolivia cambia, Evo Cumple” no proviene del crecimiento de la economía, ni del incremento en el producto interno bruto (PIB), ni de la mejora sustancial en el Índice de Desarrollo Humano (IDH).

La verdad verdadera en la Bolivia de Evo Morales

Del millón de nuevos clase-media, queda claro que muchos provienen de la informalidad que se desliza con facilidad en la ilegalidad. De hecho, lo único industrializado en la Bolivia ‘del cambio’ es la economía política de la cocaína, como relación social de producción y ahí vemos su amplia cadena productiva de campesinos cocaleros-rescatadores-distribuidores-transportistas-contrabandistas de insumos varios como químicos, precursores y otros-procesadores de pasta base y clorhidrato de cocaína-narcotraficantes chicos, medianos y grandes de origen local y externo-lavadores de dinero de toda procedencia-corrupción a granel. La presencia de 2000 colombianos en el Chapare ha ‘tecnificado’ y reducido el tiempo de producción: el proceso de decantación se hace con lavadoras de ropa y ya no con el ‘pisado’ humano, y en vez del secado al sol, se utiliza secadoras de ropa.
Toda esa cadena forma parte de una economía política que alcanza rotunda reproducción ampliada de capital en el espacio global del sistema capitalista de la droga. Ese proceso de producción responde a la demanda no solo de consumidores, sino por necesidad del patrón de acumulación del capital ilegal que genera la producción, la distribución, el cambio y el consumo de la droga.
Ese millón de nuevos ‘clasemedieros’ bolivianos ostenta también un importante crecimiento de contrabandistas de ropa usada, electrodomésticos, autos robados o no, y un sin fin de etcéteras. Por lo tanto, no son producto del crecimiento de la economía legal y productiva, pues el incremento en ingresos por exportaciones, de lo que se ufana Morales, fue gracias a los muy altos precios de las materias primas, sobre todo minerales. En ese rubro, son cooperativistas mineros quienes extraen parte de esos minerales, entrampados en una economía primaria-extractiva-exportadora, sin reinversión, sin valor agregado, como en la época de los odiados oligarcas de la plata y el estaño. ¡Pero son clase media hoy! ¿Lo serán luego, si los precios de los minerales ya están en declive por la crisis global?
La realidad indica que Evo Morales, presidente de Bolivia, es un campesino pequeño burgués, clase media, propietario de una parcela de tierra que produce coca y presidente de las 6 Federaciones de Cocaleros del trópico de Cochabamba, su mayor base de sustentación política y los mayores clientes del poder. El ‘Vice’, a su turno, es otro pequeño burgués, clase mediero intelectual que se dedica a publicar y experimentar con la sociedad boliviana sus frustraciones teórico-jacobino-terroristas-revolucionarias, y a mentir sin asco en cadenas internacionales. Como lo hizo en CNN, sobre el TIPNIS y la esforzada marcha de 1100 personas en su defensa. ¡Tuvo la osadía de decir que se había hecho consulta previa y que esa marcha era solo de ‘dirigentes’!
Con estos mandamases, en casi 6 años de gobierno, es obvio que la creación de trabajo/empleo productivo legal y de calidad, sea cero al cociente.

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