Esa cantaleta de que en Bolivia hay “emisarios, no carteles” se parece cada vez más a la tristemente célebre frase del expresidente Jaime Paz Zamora “errores, no delitos”. Nos referimos al argumento del Gobierno que insiste que en el país no operan los grandes carteles que dominan el comercio mundial de la cocaína y que simplemente trabajan emisarios de esas organizaciones, que a juzgar por el ministro de Gobierno, Carlos Romero, siempre tan exquisito en sus definiciones, “son personas de contacto, de enlace, que canalizan determinadas actividades de los cárteles, pero no tenemos una estructura de cárteles operando en Bolivia”.
Obviamente los cárteles funcionan como compañías transnacionales, con centrales y sucursales y si no han establecido una sede principal en nuestro país es porque no la necesitan y se las puede batir con “emisarios” que aprovechan muy bien las ventajas comparativas de las que goza en negocio en territorio boliviano, que de por sí forma parte de la gran estructura ya sea del cártel de Sinaloa, como afirman en Perú.
Obviamente los mexicanos jamás vendrán al Chapare o a San Germán a procesar la coca y fabricar la droga; ellos están bastante ocupados con sus tiros y sus explosivos. Para eso tienen a los emisarios, para hacer economía de escala, administrar las “maquilas” de la cocaína y llevarse la tajada de la torta que les corresponde, como ocurre en cualquier esquema globalizado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
agradezco por toda crítica sana sin insultos ni vulgaridades, mejor si contiene ideas y sugerencias