La noticia no debe pasarse de manera alguna por alto. Las autoridades nacionales han dado cuenta constantemente de que en Bolivia no operan cárteles de narcotraficantes, aunque la muerte del paraguayo William Elisandro Arévalos puede hacer cambiar la posición sobre el particular.
Circula en medios paraguayos la información de que esta persona fue asesinada en la región del Chapare, donde se produce hoja de coca.
Arévalos fue sindicado, en su país, de ser el segundo responsable del peligrosísimo Primer Comando de la Capital (PCC) en la ciudad paraguaya de Pedro Juan Caballero.
El PCC es una organización delictiva fundada en una cárcel de San Pablo, Brasil, y que cuenta con un estatuto interno y que coordina actividades ilegales no sólo en su país sino en el Mercosur.
Se trata, sin duda alguna, de un cártel trasnacional.
Pedro Juan Caballero es una de las principales ciudades de Paraguay y debido a que solamente una avenida la separa de la brasileña Ponta Porá se ha convertido en un punto importante para el narcotráfico y el contrabando.
Las escuetas informaciones dan cuenta de que Arévalos, prófugo de la justicia de su país, huyó a Bolivia para refugiarse en el Chapare, donde fue asesinado y, posteriormente, su cuerpo fue trasladado a su ciudad natal para recibir cristiana sepultura.
En 2008 fue capturado en Ascensión de Guarayos, Santa Cruz, el paraguayo-brasileño Carlos Antonio López, alias Capilo, quien confesó que era el principal líder del PCC en Paraguay, y que, acusado de una serie interminable de delitos, fue reclamado por la justicia de Brasil.
La información no puede ser pasada por alto. Las autoridades nacionales deben investigar si fue cierta la presencia de Arévalos en el Chapare y determinar qué es lo que hacía en esa región del país. Deben conocer si el presunto narcotraficante fue asesinado allá y las causas de su muerte, además de indagar porqué, si fue víctima de un hecho de sangre, si se practicó la autopsia que establece la ley.
A continuación, se debe determinar, con absoluta claridad, si el peligrosísimo cártel ha sentado sus reales en el país.
El informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito destaca el éxito de la actual administración gubernamental en la erradicación y racionalización de cocales ilegales, pero alerta también de que el método colombiano permite emplear cada vez menores cantidades de hoja de coca para producir cada vez más cocaína.
Por ello, se necesita, hoy más que nunca, que la fuerza antidrogas y todos los organismos de represión al delito aúnen sus esfuerzos para rechazar esta amenaza que parece más fuerte que en otros momentos. Los exitosos operativos desarrollados que permitieron la incautación de cada vez más crecientes volúmenes de drogas, no sólo cocaína, deben complementarse con una adecuada labor de prevención para alejar a los cárteles, si es que ya estuvieran presentes en el país, o para evitar su desembarco.
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