La policía cubana previene el tráfico de droga marítimo desde playas de Cayo Cruz, al norte de la isla.
Las doradas playas de Cayo Cruz están al final de un largo camino por una reserva natural. Se trata de un idílico tramo de la costa norte de Cuba, pero también es un territorio clave en la lucha contra el narcotráfico internacional.
Cuba se encuentra en un punto central entre los principales productores de drogas del mundo en Sudamérica y el mayor mercado de consumo, Estados Unidos.
La isla ha servido de puente para los traficantes en el pasado, pero en los últimos años ha sido un obstáculo para el comercio ilegal.
"Estábamos acostumbrados a ver una gran cantidad de embarcaciones sospechosas aquí", recuerda Ardoldo Cisneros Peña pensando en los años 1990. Cisneros Peña es el jefe de la guardia de fronteras en Cayo Cruz, donde dieron acceso a la BBC recientemente.
"Había caídas casi a diario en el mar", dice, refiriéndose a los pequeños aviones que tiraban paquetes de droga a las aguas cubanas para que fueran recogidos por lanchas que los trasladaban a EE.UU..
Hoy en día, el escenario es tranquilo. Un guardia de frontera joven observa el horizonte desde una torre de vigilancia de color verde menta. Abajo, en una losa de piedra, se lee "¡No pasarán!" y "¡Viva Fidel!".
'Veneno mortal'
Boris Adolfo Busto, detenido en La Habana por tráfico de drogas, dice que "docenas y docenas" de contrabandistas se le han unido en la cárcel.
Fue Fidel Castro, entonces presidente, quien reconoció un aumento del uso de las aguas cubanas para el narcotráfico en 1999. También nacía un mercado de narcóticos, a medida que contrabandistas se tomaban la costa.
El gobierno se vio obligado a actuar en contra de lo que Castro llama un "veneno mortal".
"Ahora tenemos más recursos, hay un helicóptero de la guardia de fronteras y un mayor compromiso del ministerio del Interior, del ejército y también del pueblo cubano", explica el teniente coronel Cisneros.
La Operación Aché, como bautizaron la ofensiva, también instaló un nuevo radar y reclutó a cientos de "colaboradores voluntarios", entrenados para mantener los ojos bien abiertos, pendientes de paquetes sospechosos a lo largo de la costa.
El tráfico de droga en aviones ha desaparecido y hoy en día la amenaza principal es la de los contrabandistas en barcos de velocidad que buscan traficar marihuana al norte.
"Ellos tratan de escapar de nosotros, pero, si no lo logran, tratan de deshacerse de las drogas, porque saben que esta actividad es fuertemente penalizada acá", explica el teniente coronel Mago Lláñez Fernández, quien dirige el equipo responsable de interceptar a los contrabandistas en el mar.
Él admite que hasta un 60% termina escapando. La prioridad es asegurar cualquier tipo de narcóticos abandonados.
Pero mientras los barcos se escapan, Cuba le está pasando datos en tiempo real a la guardia costera de EE.UU. para que pueda iniciar una persecución. Es un raro trabajo en equipo de dos viejos enemigos ideológicos.
"Creo que esto es importante para Cuba, porque estamos evitando que las drogas lleguen a su destino, pero también es muy importante para EE.UU. y otros países de la zona", señala Lláñez.
En una sociedad tan vigilada, no es una sorpresa que el mercado de drogas en la Cuba comunista sea pequeño.
La escasa oferta significa que incluso un cigarrillo de marihuana puede llegar a costar hasta el salario de una semana (US$5) para un trabajador estatal. Sin embargo, algunos traficantes han empezado a ver potencial aquí.
"Hemos visto un aumento en los intentos de los cubano-estadounidenses de traer drogas, especialmente marihuana, ya que los precios son altos aquí", dice el investigador de la policía Yoandrys González García.
"No es una cantidad enorme, pero nos preocupa y estamos aumentando nuestros esfuerzos para luchar contra esto".
'Efectivo'
Entre enero y junio de este año, 24 intentos de tráfico de estupefacientes a través de los aeropuertos de la isla se vieron frustrados, con lo que Cuba parece estar en camindo de duplicar este año las tasas de interceptación de 2010 y 2011.
La droga confiscada estaba destinada a ser vendida en Cuba, en su mayoría.
La policía estima que el aumento en el tráfico aéreo con EE.UU. se debe a las restricciones que el presidente Barack Obama eliminó para los cubano-estadounidenses. El levantamiento de algunas restricciones en las remesas también les ha dado a algunos cubanos en la isla un poder adquisitivo más alto.
Pero EE.UU. no es la única fuente de contrabando.
El ministerio del Interior cubano dice que le incautó a los traficantes y quemó nueve toneladas de drogas el año pasado.
Boris Adolfo Busto fue detenido en el aeropuerto de La Habana por tráfico de drogas. Su grupo traía la droga en "mulas" desde Ecuador, con más de un kilo de cocaína en el estómago.
"Había un chico cubano involucrado y me dijo que podría vender aquí, que era fácil", recuerda Busto mientras nos reunimos en la prisión Condesa de La Habana.
Cumple una sentencia de 23 años.
"Creo que las autoridades son muy eficientes", dice con tristeza, y agrega que "docenas y docenas" de contrabandistas se le han unido en la cárcel desde entonces.
Cuba hizo un llamado a una cooperación formal con EE.UU. para ayudar a erradicar el contrabando en ambas direcciones.
Ya comparte inteligencia con algunos gobiernos europeos, y recibe financiamiento y capacitación.
"Nuestra comunicación en el mar obtiene buenos resultados, pero lamentablemente no podemos decir lo mismo sobre el tráfico aéreo", se queja el investigador González.
EE.UU. y Cuba rompieron relaciones diplomáticas hace más de cinco décadas.
Pero los oficiales estadounidenses en el terreno reconocen la contribución de Cuba a la guerra común contra las drogas.
"Sin una fuerte postura contra las drogas, Cuba sería una zona privilegiada para los traficantes de drogas, pero sus esfuerzos son muy eficaces", dice Louis Orsini, de la guardia costera de EE.UU., que agrega que a su país le resultaría "muy difícil" erradicar el tráfico si Cuba fuera un conducto directo de narcóticos ilícitos.
Hoy, sin embargo, la política es de cero tolerancia y el ministerio del Interior dice que le incautó a los traficantes y quemó nueve toneladas de drogas el año pasado.
La mayoría iba destinada al mercado de EE.UU. y más allá.