Disfrazadas sus acciones de un halo de misticismo y fanatismo religioso, lo cierto es que la financiación de Al Qaida poco o nada tienen que ver con los fundamentos del Islam. Ya en enero de 2010, la agencia antidroga de Estados Unidos (DEA) denunciaba las conexiones entre Al Qaida en el Magreb Islámico, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los cárteles mexicanosencaminadas a garantizar una mejor distribución de cocaína a través del continente africano.
No en vano el propio director de la región andina de la DEA, Jay Bergman, calificó de “impía” la asociación entre ambos frentes, revelada tras la detención de tres miembros de la organización islamista -Oumar Issa, Harouna Toure y Idress Abelrahman- que lideraban un cargamento de droga hacia Estados Unidos.
65 millones de euros en rescates
Sin embargo, el tráfico de drogas no es la única fuente de financiación delictiva de Al Qaida. Según datos de la compañía de seguridad Gaops –dedicada a garantizar el transito en el Golfo de Adén-, desde 2005 el grupo islamista habría obtenido cerca de 65 millones de euros gracias al pago de rescates en secuestros practicados en la región africana del Sahel.
En la actualidad, la organización mantiene retenidos a cuatro ciudadanos franceses en Níger, cuya liberación se encuentra tasada en 90 millones de dólares. De igual modo, un agente de seguridad (también galo) permanece secuestrado desde julio de 2009 por las milicias somalíes de Al Shabab, consideradas la franquicia de Al Qaida en el Cuerno de África.
Unas prácticas delictivas que podrían haber encontrado un nuevo filón. Según denunciaba la pasada semana el primer ministro somalí, Abdulahi Farmajo, los clanes piratas que operan en aguas del Índico habrían empezado a colaborar con Al Qaida, para lograr así un mayor éxito en sus operaciones. “Estamos en primera línea de defensa contra dos plagas: la piratería y el terrorismo. Y estos males no solo trabajan en tándem, sino que están aprendiendo el uno del otro”, aseguró el primer ministro. La cuestión no es menor. El pasado año, los bucaneros somalíes obtuvieron cerca de 238 millones de dólares -de acuerdo a la organización Oceans Beyond Piracy- gracias al secuestro de al menos 1.016 marineros.
Sin embargo, y pese a estas novedosas prácticas, las arcas de Al Qaida continúan siendo nutridas, fundamentalmente, por medio de donaciones individuales, todas ellas de similar país remitente.
Dinero saudí para la causa yihadista
En un informe datado en 2009, la Policía paquistaní denunciaba que, cada año, organizaciones “caritativas” saudíes contribuían con cerca de 15 millones de dólares a la causa “yihadista”. De igual modo, en un reciente cable diplomático publicado por la organización Wikileaks, oficiales estadounidenses lamentaban que Arabia Saudí continuara siendo la principal base económica de Al Qaida.
Unas denuncias que no son ninguna novedad. Solo cinco años antes, en 2006, Stuart Levey, por entonces subsecretario para terrorismo del Departamento del Tesoro, aseguraba en una comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos que, a pesar de que las pruebas eran evidentes, las autoridades saudíes habían fracasado repetidamente -consciente o inconscientemente- en la persecución de los donantes individuales que financian Al Qaida.
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